Crónica o no, Epitaph Tour

Encerrada entre cuatro paredes, aunque yo podía contar hasta 6, pasan las horas interminables, caminando bajo un sol al que estoy más que acostumbrada, llego a la cueva que ya quisiera para mi, una cueva llena de actitud, años y mucha música, allá donde mires escuchas una canción, no deja de sonar, esto es un no parar...pero EH! Unos chorros nos esperan, aunque si hubiese llegado a saber que para conseguirlos tenía que convertirme en senderista lo mismo me lo habría pensado, pero bueno, ya estamos aquí. Ladridos de un perro a lo lejos que más que ladridos parecen gruñidos de un cerdo apunto de morir. Cuesta abajo sobre un confortable suelo verdoso pasa el tiempo aunque para mi mente más bien desaparece, transcurrido o no la noche nos espera así que...adelante. Litros de cebada fermentada corren por mis venas, nada de ese líquido rojo que de eso ya tengo yo mucho, ¿necesitamos un cambio? Rememoremos las incursiones germánicas pero con un ambiente un poco menos sangriento, veo que os cansáis de alzar vuestro hacha así que volvamos a nuestra nación, el yayo nos guia.
Sigo sin comprender porque mi bolsillo sigue estando lleno y la mesa también, pero hay que acabar con ella, demósle un último trago...y qué trago, copón, aunque supongo que era el último empujón para superar todas esas subidas y bajadas... más bien subidas, no nos engañemos. De mala manera amanecí en una nube de confusión, pero that day was THE day. Aprovechando las buenas amistades me regocijo en el gélido sabor que me ofrecen, siendo la hora de marchar, y no sin obstáculos por el camino empiezo a oír "Stand up, fight them all...", creo que esto me suena. Buena perspectiva, aceptable compañía y un lugar donde reposar mientras un taxista cuenta sus batallitas. Entretanto el sol baja, la impaciencia no deja de crecer, y ya está aquí, los primeros acordes, los primeros tutupa tutupa...y sí, ahí está, después de albergar dudas sobre si estaría presente o no, me sorprendo escuchándola, creo que no soy la única, esa voz tan estridente y característica que llena todos los rincones o curvas del recinto, no deja de asombrar a pesar de los años, aunque a veces se noten, pero ahí está, eso es inegable e increíble. Aunque se aferra a mi mente hay que seguir la noche, hay que luchar por atravesar esa oscura aglomeración que no deja pasar. Llego a un lugar aparentemente aceptable aunque luego no tanto, y que además será mi último destino previo a mi vuelta.
Esta vez el amanecer es mejor aunque no menos cálido, haciendo balance mientras sueño con un confortable colchón concluyo: Asho, que flipante que estuvo el conciertaco y lo que disfruté de la nocturnidad previa.

4 comentarios:

Tomás dijo...

Deberías empezar a plantearte escribir cosas que se entiendan.

Txé dijo...

Sería más aburrido, además de q lo importante queda claro

Sarlacc dijo...

Menuda ida de olla zagalica, y al título le falta alguna letra, échale una visual.

Crónica... distinta :D

Saludos de las partes del Vicen.

Vernyka666 dijo...

El yayo nos guiará por siempre!!
Que descojone que gran entrada!